miércoles, 14 de julio de 2010

Capítulo siete, impulsos.


Victoria Ferrero.
Cuando vi cómo Diego se precipitaba a besar a Marta, la rabia se apoderó de mí. Respiré profundamente para calmarme, apretando los puños y haciendo con mi pelo una barrera para evitar verlos. Pero... ¿qué me pasaba? Era un simple chico, un muchacho que me sacaba seis años y con el que no tenía la mínima posibilidad. Pero aún así, me seguía encantando. Me levanté bruscamente de la silla, sin mirarles, y empecé a andar hacia el paseo marítimo. Cuando llevaba ya un rato sentada en uno de los chiringuitos de playa abiertos, escuché los pasos de alguien. Parecía apurado, jadeaba. Noté cómo se apoyaba en la barra, y pedía una cerveza. Pero qué... su voz me sonaba. Me puse el pelo detrás de la oreja y lo miré. Allí estaba, inclinando la cabeza hacia arriba, resoplaba. Gruñí lo suficientemente alto para que pudiera oirme, aún seguía enfadada, celosa de su beso con Marta. Me miró al percibir el gruñido, y sonrió divertido al verme. Le sostuve la mirada, refunfuñada cual niña pequeña.
-Eh, prima política-dijo con sorna.
-Olvídame-respondí-¿has dejado a mi prima sola?-aparté la mirada de sus irresistibles ojos azules hasta el amarillo de la espumosa cerveza.
-Supongo-dicho esto, añadió una risita traviesa.
-¿Haces eso con todas las tías con las que te lías? ¿Las besas y te largas?
No contestaba, por lo que le miré. Clavaba los ojos en mí, sonreía.
-Pues sí, con la mayoría.
Bufé al escucharle. Me levanté del taburete y eché a andar hacia la carretera cuando me cogió del brazo, haciendome girar.
-¿Qué?-rugí.
-¿Qué te pasa?-me dijo. Su voz ahora era dulce, comprensiva.
-Que no quiero estar con un golfo rompecorazones. ¿Sabes? Es mejor estar sola que mal...-no pude terminar la frase, sus labios estaban pegados a los míos y presionaba con sus manos en mi cintura mi cuerpo contra el suyo. Cerré los ojos, embaucada por su aroma y sus labios, poniendo las manos en su nuca. Entreabrimos los labios, dejando que nuestras lenguas se encontraran y se entrelazaran. Sus manos recorrían mi espalda de una forma que me hacía estremecer mientras yo apretaba con suavidad los dedos en su nuca. Noté cómo sonreía contra mis labios y enseguida volvió a besarme con urgencia. Nos besábamos con pasión frente al mar, y el viento azotaba mi cabello con agresividad.



2 comentarios:

  1. wooooo! me encanto el capi,estubo genial =D
    publica pronto pliis q me muero de ganas x saber q pasara entre ellos
    besos

    ResponderEliminar
  2. Me encanta haber cuando vuelves a escribir!

    ResponderEliminar