martes, 13 de julio de 2010

Capítulo seis, el plan B.


Diego Carreño.

La tarde se me estaba haciendo aburrida. Victoria no hacía nada, no reaccionaba. "¿Qué puedo hacer?" pensaba en silencio sin apartar la mirada de ella, que removiá con la pajita el café. De pronto, una idea brillante se me apareció entre mis cavilaciones.

¿Y si besaba a Marta? Quizá respondiera satisfactoriamente. Sonreí travieso mirando a Marta, que no paraba de comerme con los ojos.

Era hora de poner en funcionamiento mis encantos. Me deslicé despacio hacia ella, sonriendo.

-¿Diego?-me llamó.

-¿Sí?-contesté, casi en susurro, sin borrar esa sonrisa pícara de mi cara.

-Nada, sólo se me hace raro tan poca distancia-sonrió con timidez.

Hice caso omiso a su comentario, y pegué con agresividad nuestros labios. Al principio, sus dientes estaban apretados, tensos, hasta que me correspondió al beso con ganas. Abrí los ojos en mitad del beso, mirando de reojo a Victoria. Tenía los puños crispados sobre la mesa, y se tapaba el rostro con sus hermosos tirabuzones a modo de cortina. Escuché un seco gruñido proveniente de ella, sonreí levemente y enterré mis dedos en el pelo de Marta, sin dejar de besarla. Volví a cerrar los ojos y percibí el ruido de las patas de la silla arrastrarse violentamente por el suelo, seguido de unos pasos acelerados pero sin perder el compás. Victoria me maravillaba. Volví a observarla marchar de reojo, anhelando que se girase.
Estaba siendo cruel con ellas, pero si no lo hacía de esa manera, seguramente no tendría más opciones para conseguir a Vicky.

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